Hace tiempo que queríamos publicar en el blog un artículo sobre cómo
podemos ayudar a nuestro alumnado a manejar los posibles retos y situaciones complejas
a las que se enfrentan cada día. Ante
estas situaciones, muchas veces nos encontramos que responden de forma
desajustada o con ineficacia, dando como resultado lo que normalmente se
denomina “problemas de conducta” (de forma errónea, desde nuestro punto de
vista).
Lo primero que interesa indicar es que los enfoques
utilizados tradicionalmente para “manejar” las conductas problemáticas no
suelen resultar eficaces principalmente por dos razones:
- La primera, porque las intervenciones conductuales se han interesado poco por comprender quién es la persona que presenta las conductas problemáticas, cuáles son los contextos en los que aparecen, cuál es la función que estas conductas desempeñan para la persona y qué objetivo persigue ésta última cuando presenta una conducta de este tipo.
- La segunda, porque las intervenciones conductuales se han centrado básicamente en aplicar respuestas orientadas a suprimir o controlar la conducta, respuestas muchas veces aversivas y en todo caso reactivas, en lugar de centrarse en enseñar a la persona habilidades alternativas que constituyan una forma apropiada de alcanzar el mismo objetivo que el que le permite alcanzar la conducta problemática.
Por el
contrario, encontramos en el “Apoyo Conductual Positivo” un conjunto de
estrategias que, a través de la adaptación del entorno y la enseñanza de
habilidades, buscan mejorar la calidad de vida de las personas y minimizar los
problemas de conducta (definición adaptada de Carr
y cols.)
Según la “Guía
de Buenas Prácticas en la atención a las Personas con Discapacidad de la
colección Vivir Mejor”, el Apoyo Conductual Positivo se estructura en torno
a cuatro fundamentos básicos:
Fundamento 1º. Las conductas problemáticas están
directamente relacionadas con el contexto en el que se producen.
Las conductas problemáticas suelen venir provocadas
por algo que sucede en el entorno de la persona que las presenta y estas influencias
ambientales pueden ser acontecimientos importantes o hechos anodinos, pueden
proceder de elementos externos o responder a factores internos de la persona
que presenta la conducta. En otros términos, las conductas problemáticas
ocurren por una razón, tienen una causa concreta, y no pueden interpretarse y
considerarse como un simple síntoma de la discapacidad y propio de ésta; cuando
ocurren, por lo tanto, son indicio de que algo en el ambiente no se adapta a
las necesidades de la persona.
Fundamento 2º. Las conductas problemáticas tienen una función muy
concreta para la persona que las presenta.
Las conductas problemáticas persiguen un objetivo
específico, es decir, presentan una clara utilidad para la persona. Así, una
persona puede presentar una conducta problemática cuando pretende escapar o
huir de situaciones que le disgustan o, por el contrario, para conseguir
acceder a actividades, objetos o relaciones que desea.
Es importante tener presente que cuando se indica que
la conducta tiene una función no significa, necesariamente, que se trate de una
función operativa e intencionada. Puede tratarse de una función operativa, pero
no consciente, no desarrollada intencionadamente, y puede tratarse también de
una función no operativa, que obedece a una causa subyacente como ocurre con
frecuencia en casos en los que la conducta tiene una causa orgánica. El Apoyo
Conductual Positivo parte de que las personas con discapacidad presentan
conductas problemáticas porque no han adquirido o han perdido la habilidad
necesaria para ofrecer respuestas socialmente aceptables que les permitan
conseguir los resultados deseados y que les resulten tan útiles como las
conductas problemáticas para ese fin.
Fundamento 3º. Las
intervenciones más eficaces se basan en un profundo conocimiento de la persona,
de sus contextos sociales y de la función que, en dichos contextos, desempeñan
sus conductas problemáticas.
En la actualidad, los resultados de las
investigaciones apuntan a que las intervenciones más eficaces son las que se
basan en alcanzar, a través de la evaluación funcional, un buen conocimiento,
por un lado, de las influencias contextuales (de actividad, ambientales,
personales y sociales) que inciden sobre la persona con discapacidad y, por
otro lado, de la función que en dichos contextos, desempeñan para ella las
conductas problemáticas. Una vez determinadas las influencias ambientales y una
vez conocida la función que desempeña la conducta problemática, el objetivo es
triple: modificar estas variables para minimizar las situaciones que resultan
desestabilizadoras para la persona con discapacidad; enseñarle conductas
alternativas socialmente más aceptables, más adaptativas; motivarle para que
utilice estas habilidades alternativas.
Fundamento 4º.- El Apoyo Conductual Positivo debe basarse en valores
respetuosos de la dignidad de la persona, de sus preferencias y de sus metas
individuales.
El Apoyo Conductual Positivo se basa en valores
centrados en el respeto a la dignidad de la persona, independientemente de su
capacidad de comprensión o de la naturaleza y gravedad de sus conductas
problemáticas. Esto implica que se debe optar por intervenciones que no
estigmaticen a la persona con discapacidad y que, como tales, serían aceptables
y asumibles en cualquier contexto ordinario y en relación con personas de su
misma edad que no tuvieran discapacidad. Es necesario, además, que las
intervenciones tengan en cuenta las preferencias y metas de la persona con
discapacidad, en lugar de limitarse a conseguir resultados considerados importantes
y significativos únicamente para el personal que le atiende o para sus
familiares. Desde esta perspectiva, el Apoyo Conductual Positivo debe aplicarse
en el marco de la Planificación Centrada en la Persona y debe ofrecer a la
persona con discapacidad toda una variedad de oportunidades: facilitar el
establecimiento y el mantenimiento de relaciones de amistad; mejorar las
relaciones sociales; participar en actividades ordinarias de ocio o trabajo y
otras actividades comunitarias; acceder a actividades o situaciones que la
persona con discapacidad aprecia y disfruta; y potenciar su capacidad para
tomar decisiones, aumentando su abanico de oportunidades para elegir.
Teniendo en cuenta estos cuatro fundamentos básicos, puede
afirmarse que el Apoyo Conductual Positivo se caracteriza por dos elementos
esenciales:
- Es un enfoque basado en valores centrados en el
respeto a la dignidad de la persona.
- Intenta responder, de forma individual y
personalizada, a las necesidades específicas de la persona a la que se
aplica, dentro de un contexto determinado.
El primer paso para su aplicación es proceder a una evaluación funcional de la conducta
problemática, con el objetivo de identificar los factores del entorno (variables
de actividad, ambientales, personales y sociales) que inciden o provocan las
conductas problemáticas y de determinar las preferencias e intereses de la
persona, así como sus fortalezas individuales.
Sobre la base de esta evaluación funcional se elabora
un plan de apoyo conductual
específicamente diseñado para responder a las necesidades individuales, que
contiene múltiples intervenciones de apoyo que ponen el énfasis en el
entrenamiento en habilidades alternativas, en el diseño de adaptaciones
ambientales y en la introducción de mejoras en el estilo de vida. La finalidad
última del Apoyo Conductual Positivo es conseguir resultados significativos a
largo plazo. El éxito no se mide únicamente en términos de disminución de las
conductas problemáticas, sino también en términos de mejoras alcanzadas en el
uso de habilidades alternativas y en la calidad de vida de la persona.
Para ser eficaces, los planes de Apoyo Conductual Positivo deben reunir las siguientes
características:
- Deben basarse en una evaluación funcional de las
conductas problemáticas y las intervenciones deben estar directamente
relacionadas con los factores del entorno (variables de actividad,
ambientales, personales o sociales) que determinan la ocurrencia de la
conducta problemática y con las hipótesis establecidas acerca de la
función que desempeña la conducta problemática para la persona que lo
presenta.
- Deben ser comprensivos e incluir múltiples
intervenciones (raramente va a ser suficiente una única intervención).
- Deben ser proactivos, es decir, deben contemplar
la enseñanza de habilidades alternativas y la introducción de adaptaciones
en el entorno, evitando con estas medidas que la mal llamada conducta
problemática aparezca.
- Deben enfatizar las mejoras del estilo de vida en
entornos inclusivos, no sólo como contexto para la intervención, sino
también como meta a largo plazo de las intervenciones.
- Deben reflejar valores centrados en la persona, y
en el respeto de su dignidad y de sus preferencias.
- Deben diseñarse para que puedan ser aplicados en
entornos cotidianos y con los recursos normalmente disponibles.
- Deben contemplar en su diseño que el éxito de la
intervención se refiera a los siguientes aspectos: el incremento en el uso
de habilidades alternativas, la disminución de la incidencia de la
conducta problemática y la mejora de la calidad de vida.
- Deben articularse en el marco de la Planificación
Centrada en la Persona, como eje vertebrador de todas las intervenciones
referidas a una misma persona.
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